¿Qué se debe hacer cuando una persona mayor pierde su autonomía debido a enfermedades reumatológicas?

La dependencia debe considerarse un hecho y una realidad que nos golpea constantemente y que, por más esfuerzo que se hagan a manos de los sectores involucrados, esta se encuentra presente sea de nuestro agrado, o no.

Mientras más sea la intervención y su priorización sobre servicios, se tiende a aminorar la dependencia, enfocados en la rehabilitación y el apoyo a las personas que cuidan, menor ha de ser la presión de esta situación.

Indudablemente nuestra sociedad aún presenta innumerables desafíos ante las personas dependientes, bien sea porque son adultos mayores, porque padecen alguna enfermedad reumatológica que requiera de terapias como factores de crecimiento. Y esta ha de ser una temática que debe ser abordada de la forma más adecuada y en profundidad, aún cuando se han reconocido ciertos avances.

Cuando se trata de una dependencia que es severa, ello implica dos actores: la persona dependiente y la persona que cuida a la persona dependiente.

En el caso de la persona que padece la dependencia severa, llega a requerir cuidados durante las 24 horas del día, pero ello nunca es suficiente pues también se debe adaptar el entorno, la vivienda y quienes los rodean.

Quienes llegan a cuidar de manera directa o han estado en contacto con personas con dependencia severa lo saben sin importar la edad que estos tengan, ya que tiene su vida reducida a la mínima expresión: una cama.

Posiblemente esto sea algo un poco complicado de imaginar pero esa reducción de la vida nos conduce a pensar no sólo en aquellos aspectos técnicos, sino también en la dignidad de la persona.

Del mismo modo, la persona que cuida se trata de una persona que por amor, o por responsabilidad, cuida haciendo posible que otro ser humano continúe viviendo. De los cuidadores no se sabe mucho, y mientras más se sepa de ellos, más se apuntará hacia sus necesidades a través de las políticas sociales.

Cuidado de personas mayores dependientes

Las personas que asumen como actividad este tipo de cuidado conocen que la dignificación que llega con el cuidado, no solo es para la persona que se cuida, sino también para el cuidador.

Esta es una colaboración donde el equipo de salud presenta un rol fundamental, que cuenta con dos pilares: entregar conocimientos y competencias que mejoren la calidad del cuidado y entregar un soporte emocional, empático a quienes cuidan.

El fin último, es que sientan que se valora lo que han hecho pues su labor ha sido realizada sin mayores conocimientos y además con carencia de recursos materiales, en el caso del sector público, tras lo cual, se ha buscado facilitar el contacto y la capacitación de los cuidadores a través de manuales de cuidado para personas mayores dependientes.

A medida que envejecemos, los cambios que se producen hacen de la persona mayor una persona sumamente vulnerable y susceptible a llegar a determinado nivel de dependencia.

En el caso de algunas personas mayores, debido a la falta o pérdida de capacidad física, psíquica o intelectual, estos presentan necesidad de asistencia o ayudas importantes para realizar sus actividades en la vida diaria como comer, caminar, asearse, vestirse, bañarse, ir al baño, caminar por su vivienda; y/o instrumentales como lo son usar el teléfono, comprar, preparar la comida, tareas domésticas, utilizar transporte, tomar sus medicamentos, administrar dinero, salir a la calle.

Cuando esta dependencia resulta definitiva incrementándose de manera sistemática los cuidados de otra persona, es entonces cuando hablamos de los cuidados a largo Plazo.